Hay diversas etapas y niveles para el ayuno, e innumerables efectos y beneficios se hallan ocultos en él. Bienaventurados los que los han alcanzado. -Bahá’u’lláh

Con el finalizar de otro año en nuestro calendario Bahaí , llega a nosotros el Ayuno. Un momento de bondades espirituales que prepara nuestras almas y alegra nuestros espíritus. 19 días de abstenernos de las necesidades de este mundo físico y sentir nuestra parte espiritual floreciente, por tanto es lo más oportuno comenzar a reflexionar en torno al cumplimiento de este sagrado decreto.

Abdu’l-Bahá escribe sobre el ayuno:

“Este ayuno físico es símbolo del ayuno espiritual. Este ayuno conduce a limpiar el alma de todos los deseos egoístas, a adquirir atributos espirituales, a ser atraído por las brisas del Todo misericordioso y a encenderse con el fuego del amor divino.”  — ‘Abdu’l-Bahá, Selección de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá, página 99

Somos testigos de que la ley divina del Ayuno ha sido predestinada para el desarrollo de nuestras almas. Por tanto es deber de cada amante de la Causa llevar a cabo todos  los esfuerzos para cumplir amorosa y obedientemente con corazones regocijados esta ley.

Shoghi Effendi, describe al ayuno como  un período de meditación y oración, de recuperación espiritual, durante el cual el creyente debe tratar de efectuar en su vida interior los reajustes necesarios, y refrescar y robustecer las fuerzas espirituales latentes en su alma. También exalta su significado Su significado y propósito son, por tanto, fundamentalmente de carácter espiritual. El ayuno tiene carácter simbólico, y es un recordatorio de la abstinencia de deseos carnales y egoístas. (citado en El Kitab-i-Agdas, pág. 221.)

Hay algo bastante purificador y poderoso sobre estar en un estado devocional a medida que el sol sale. Y en ese estado, a medida que las horas y los minutos pasan, uno aumenta su comprensión, se está absteniendo de comer debido al amor de Dios y se está centrando en su ser espiritual.(Ryan Wilson Miembro de la Comunidad Bahai EEUU)